Sé
que estas harto de mis explicaciones, pero esta vez no pretendo justificarme.
Es un simple desahogo.
Te
conocí una tarde de otoño y te perdí una tarde de invierno.
Nunca
supe los verdaderos motivos de tu partida, nunca lo supiste explicar. La frase
“estaba confundido” no fue suficiente para mí.
Cuando
intenté contarte lo difícil que había sido sobrevivir sin ti esos meses, me
llamaste exagerada. Mi sufrimiento siempre fue una exageración para ti.
A
pesar de no comprender por completo cómo me sentía, decidiste esforzarte por
demostrar que esta vez, luego de las mil oportunidades que di, sí cambiarías para
que nuestra seudorelación salga a flote.
Fueron
semanas, porque tu esfuerzo solo duró semanas, de muchos cumplidos, atenciones,
detalles y todas esas cosas que un hombre hace cuando quiere conquistar a
alguien.
Preguntaste
nuevamente por mis sentimientos y te dije que no había sido suficiente.
Necesitaba mas pruebas de tu amor.
Enfureciste
y me calificaste como una mala mujer por saber aprecias tu paupérrimo
“esfuerzo”. No comprendía por qué llamabas “esfuerzo” a la demostración de tu
supuesto amor hacia mí.
Al
no tener éxito, desapareciste nuevamente y no supe de ti por un par de semanas
más.
Te
diste un descanso de mí, un descanso al amor que sentías. Y fue durante uno de
esos tantos descansos que tomabas que yo conocí al amor de mi vida.
Él
era totalmente diferente, no era tan guapo como tú y mucho menos tenía la lista
de amigas que tu en sus contactos. Era más alto sí, pero tenía el ego más bajo
que el tuyo.
Los
“esfuerzos” de él no parecían “esfuerzos”, le salía natural. Fue entonces
cuando comprendí que los “esfuerzos” no son necesarios cuando hay amor.
Cuando
consideraste haber descansado lo suficiente volviste. Te hice saber de él y
como era de esperarse enfureciste nuevamente y volviste a desaparecer.
Me
dolía saber que no eras capaz de luchar por tu amor, por mi amor, por nuestro
amor. Si alguna vez hubo un nuestro, claro.
Te
seguía queriendo solo esperaba que tu me quisieras tanto como yo lo hacía. Pero
me enteré que tu amor era compartido. Tu corazón era grande y bondadoso por eso
había lugar para más de una persona allí.
Yo
soy muy egoísta, no comparto mis cosas y mis amigos lo saben. No iba compartir
amor.
Fue
entonces que decidí alejarme de ti por completo. Borré todos los recuerdos y
comencé a crear otros con él.
Lo
fui amando de a pocos, mientras más te olvidaba, más lo amaba a él.
Facebook
te contó que oficialicé mi relación y decidiste aparecer por enésima vez en mi
vida.
Pero
esta vez fui yo quien se alejó y no volvió a acercarse más.
¿Que
si te extraño? Extraño el chico al que una vez amé, el que una vez me amó.
Extraño a ese chico que jamás existió.
Comentarios
Publicar un comentario